(Para mi amiga Mehry Rokhsha)
Tras el cristal está nevando.
Tras el cristal está nevando.
Una mano,
en mi pecho callado,
planta semillas de tristeza.
Ay, nieve, ya has tenido que peinar canas
para ver todo lo que has visto.
Te paseaste por mis entrañas
pero no sobre mí nicho.
Como frágil brote de árbol, tiembla mi alma
con el frío intenso de la soledad.
Penetra en mis oscuridades
el pánico a la eterna soledad.
Tú ya no haces que entre en calor,
ay, amor, ay, sol congelado.
Mi pecho es un desierto de desesperanzas.
Estoy agotada, también de ti, agotada, amor.
Tu brote de ilusión se marchitó también.
Ay, poesía, ay, demonio, embaucadora!
Al final de este sueño doloroso,
mi ser ha despertado, despertado.
Y así fue que donde quiera que miraba
solo espejismos había, nada más.
Aquello que yo buscaba,
ay de mí, solo era una ensoñación, nada más.
Ay, Dios... Ábreme,
un ratito, las puertas del infierno,
Hasta cuándo acallaré aquí dentro
el deseo del fuego infernal?
Ya he visto muchos soles
helarse uno tras otro al anochecer.
Mi sol sin anocheceres!
Qué lástima! Se deprimió en el sur!
Qué busco después de él?
Qué me aguarda tras esto?
Si acaso alguna lágrima que derramar,
y una tumba acogedora donde guardar reposo.
Tras el cristal está nevando.
Tras el cristal está nevando.
Una mano,
en mi pecho callado,
planta semillas de tristeza.
De "Muro"
En el libro "Eterno anochecer. Poesía completa"
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