14.2.20

Maria van Rysselberghe. La casita de la duna

Es a ti a quien debo evocar en primer lugar, casita de la duna. Todos tus sonidos han quedado dentro de mí como el del mar en las caracolas; tu escalera de madera gemía bajo los pasos más ligeros, el viento marino hacía temblar todos tus aparejos, el molino de enfrente daba vueltas con crujidos de carruaje y, en las noches de luna, sus aspas rayaban tu blancura con amplias sombras que oscilaban. Te confundo a ti, frágil refugio vibrante como una criatura sobresaltada, conmigo misma: somos el melancólico espacio de esta historia, la historia de un breve instante, de un acorde cuya resonancia se ha prolongado a lo largo de toda una vida.


Principio de "Hace cuarenta años"
    

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