Madre tenía mucho que contar. No es que se pasara el día hablando, pero a nosotras, las niñas, nos parecía que el pozo del que bebía era muy, muy, muy profundo. Su tema predilecto era la felicidad: lo que era, lo que no era; dónde encontrarla, dónde no; y, si se alcanzaba, cómo conservarla. Jamás debíamos confundirla con el placer. Ni pensar que la tristeza era su antónimo exacto.
Principio del relato "Felicidad"
del libro "Felicidad"
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