La nostalgia crecía en nosotros día a día. A veces era incluso agradable, como una compañía tierna y ligeramente embriagadora. Llegaban cartas de nuestra ciudad con noticias de bodas y muertes de las que quedábamos excluidos. A veces la nostalgia se tornaba aguda y amarga, se convertía en odio
De "Invierno en los Abruzos"
En el libro "Las pequeñas virtudes"
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