Habla del Norte! Un páramo solitario,
silencioso y oscuro y sin caminos se extiende,
las ondas de algún riachuelo salvaje se derraman
apresuradamente por sus vaguadas cubiertas de helechos.
En calma absoluta el aire del crepúsculo,
sin vida del paisaje: así parece
hasta que, deslizándose como un fantasma,
un venado se inclina a beber en el arroyo.
Y muy lejos se extiende una zona de montaña,
una fría y blanca extensión de ventisqueros,
y una estrella grande, suave y solitaria,
ilumina en silencio los cielos despejados.
En el libro "Poemas de Currer Bell"
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