Ahora tirita de frío y el alivio momentáneo que le produjo la escritura ha desaparecido. Ay, si se pudiera morir. Pero no alguna vez, más tarde, sino en este instante preciso. No le importa la manera y es incapaz de imaginar los detalles. Tiene miedo, además, del dolor y del minuto supremo en que el cuerpo perece. No, morir sin trámites, sin repugnantes dilaciones, con la facilidad con que las cosas suceden en los sueños.
De "Oficio de tinieblas"
1 comentario:
"el minuto supremo en que el cuerpo perece"
Pienso que es necesario experimentarlo, ser consciente, aunque no nos lo parezca cuando ocurra.
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