En este último grupo deslumbrante, letrado, afortunado, que cubría con insolencia su graciosa debilidad de camarilla, ya brillaba la extranjera cuyo verdadero nombre olvidamos, pero que nos dejó sus versos y el recuerdo de su seudónimo muy francés: Renée Vivien.
De "Lo puro y lo impuro"
No hay comentarios:
Publicar un comentario