20.7.20

Soledad Álvarez. Veinticuatro horas

No eres mío ni te poseo.
No comparto contigo la casa ni el café
todo lo que pesa y cabe en la justa
medida de las cosas:
deberes, haberes, horarios, costumbres
pero te recibo en el límite de mi ser
dentro de mí 
con la boca que calma la sed y limpia las penas
como el más bello animal de la tierra
con el pecho que encierra al niño que fuiste
y lo amamanta.
No moriré contigo.
Los huesos que te sostienen no reposarán
junto a mis huesos
pero el cielo de mi cama ahuyenta de ti la muerte
y crezco en tu memoria 
para dejarte ir.


(De Vuelo posible, 1994)


En la antología "Poesía soy yo.
Poetas en español del siglo XX (1886-1960)"
   

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