14.9.20

Hélène Gestern. El olor del bosque

Me despierta el sonido de unas carcajadas. Se ríen de la anécdota que cuenta un hombre de voz alcoholizada. El ruido de la calle, a las tres de la mañana, atraviesa mi sopor, y los fragmentos de presente se mezclan con retazos de mi sueño; esto provoca la aparición de un Alban fantasma en el patio interior, algo imposible. Las risas, los furiosos golpes de las ventanas donde la gente dormía y se ha despertado acaban por poner punto final al sueño en el que me había sumido unas horas antes, bajo el efecto de las pastillas. Como casi cada noche, comienzo a dar vueltas y más vueltas a mi insomnio pensando en ti. Si hubieses estado aquí, habría extendido mi vigilia contra tu cuerpo, dejando que se disolviera poco a poco en el ritmo de tu respiración, en la quietud templada de la cama compartida. Hoy, a pesar de las mantas en las que me envuelvo, no queda más que el frío nocturno que me muerde los hombros, las piernas, el vientre, un poco por todas partes, mientras despunta el alba de un nuevo día, un día nuevo en el que tú no estarás.


Principio de "El olor del bosque"
    

No hay comentarios: