Nada sucede en vano. Nada pasa
sin dejar rastro alguno. Ni una gota
se decanta sin huella, ni una nota
sin traspasar los muros de la casa.
El corazón está, punzante brasa,
acechando la lucha y la derrota.
Y no le importan hoy, ni voz que brota
ni sangre augur ni vértigo que arrasa.
Pero nada transcurre inútilmente,
nada de lo llorado queda ausente.
Si más tarde sonríe, y luego olvida,
y se aquieta su ritmo y se encadena,
permanece en el cántico una pena
irremediablemente desvalida.
De "Sonetos"
En "Antología del amor"
2 comentarios:
Qué hacer sino quitarme el sombrero.
Genial.
Publicar un comentario