Nos pasamos la vida fingiendo que somos inmortales e invulnerables, pero bajo la piel nos corre la sangre y siempre hay posibilidades de que ocurra una catástrofe. En cuestión de minutos, de segundos, todo se puede derrumbar, nadie está seguro en esta vida cotidiana que creemos que está grabada en piedra, pero que en realidad está escrita en la arena y enseguida llegará el tsunami. En la distancia, la ola parece insignificante e inofensiva. Hasta que no se alza sobre ti no te das cuenta de lo enorme que es, pero entonces ya es demasiado tarde.
De "Estado del malestar"
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