Recordando aquellos amores desvanecidos por esa fragilidad que tienen los sueños, pasaba los días y las noches entre lamentos que no hacían más que avivar la pena de su corazón. Así, sin darse cuenta, transcurrió el décimo día del cuarto mes, la época cuando se puede observar cómo día a día crece la sombra de las hojas de unos árboles cada vez más frondosos.
Principio de "El diario de la dama Izumi"
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