Creo que ya he dicho que escribo este cuaderno después del té. Y tenía la cabeza repleta de ideas, pero las he despilfarrado en el Sr. Ashcroft & en la Srta. Findlater, fervientes admiradores.
"Me voy a regalar una semana para poner esto en marcha". No he hecho nada, nada, nada más durante los últimos quince días, pero furtivamente, aunque, en cierto modo, con absoluta pasión, estoy lanzada a Orlando: una biografía. Va a ser un libro corto que estará escrito para Navidad. Pensaba que podría alternarlo con Fiction, pero una vez que la cabeza se calienta, es imparable; hago frases mientras camino, ideo escenas mientras estoy sentada; en resumen, estoy en pleno éxtasis, el mayor que he conocido y del que me he privado desde el pasado febrero o antes. Nada de planear un libro o de esperar una idea! Esta me llegó de repente. Estaba harta, agarrotada con los artículos de crítica & enfrentada a ese insufrible y aburrido libro sobre la narrativa, así que, para tranquilizarme, me dije: "Como regalo, escribirás una página de la historia: a las 11:30 en punto lo dejarás & seguirás con los Románticos ". Tenía solo una vaga idea del argumento de la historia, pero el alivio de poder desviar mi curiosidad en aquella dirección hizo que me sintiera feliz, como no lo era desde hacía meses, como si me hubieran puesto al sol o reclinado sobre cojines, por lo que, a los dos días, renuncié completamente al horario que había planeado & me abandoné a la pura delicia de esta farsa, que estoy disfrutando como jamás había disfrutado de nada & que he seguido escribiendo hasta que empezó a dolerme la cabeza y tuve que dejarlo, como un caballo cansado.
De "El diario de Virginia Woolf. Volumen III (1925-1930)"
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