Dos cosas perturban el corazón de la amada:
el trinar de los pájaros y el zureo de las palomas.
Compañera nocturna, luna de la luna enamorada:
al precipicio del final de los tiempos te asomas.
He decidido ser ecuánime; sí, te daré consuelo:
lamento por lamento, desvelo por desvelo.
En "Gacelas de arena. Poesías árabes de la Edad de Oro"
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