Los poemas se agarran como enfermedades
pero curan
así que llegan a la base
de la existencia.
Allá, donde ninguna
palabra existe, sólo
la tentativa del sonido.
Todo existe sobre el asfalto -y contra
el olvido. Incluso el primer poema
sobre la piedra escrito y apagado, el primero,
olvidado por todos, caída última
de tanta literatura e interpretación. Allá, donde
la memoria ya se confunde con la imaginación.
Allá, donde se puede morir de muerte irreal,
allá, donde se puede creer;
el padre de Kate hacía nevar
dentro de un libro.
En "Sombras de porcelana brava.
Diecisiete poetas portuguesas"
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