En el trance de perder a un ser amado, afirma Freud, supuestamente el yo alberga a ese otro en la estructura misma del yo, aceptando atributos del otro y "conservándolo" a través de acciones mágicas de imitación. La pérdida del otro a quien uno desea y ama se vence mediante un acto específico de identificación que intenta incorporarlo a la estructura misma del yo: "Así, al evadirse dentro del yo, el amor evita la aniquilación" [pág. 178]. Esta identificación no es meramente transitoria o esporádica, sino que se transforma en una nueva estructura de identiddad; de hecho, el otro se convierte en parte del yo por medio de la interiorización constante de los atributos del otro.
De "El género en disputa"
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