No me dejes, siéntate a mi lado,
Abraza mi cabeza fuerte para que no tema
Cuando se afile y revuelva en pesadilla
El sueño romo que es mi condena.
Toma así mis sienes en tus manos
Como sujetando un cáliz sin derramar
Y pon tu boca sobre la mía:
Inspira el grito que yo hago espirar,
Para que no se oigan los sollozos
Que forman de mi cuerpo la silueta;
Abrázame para que no arranque
La ola de terror que crece y me rodea
Y se lleve todo, y detrás de ella
Queden solo escombros y citas hueras,
Y se retuerzan enfermizas y se apaguen
El sol y las demás estrellas...
De "La arquitectura de las olas"
En "Un arcángel manchado de hollín"
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