Extraña niñez! Sé que todas las infancias se antojan lejanas. Sin embargo, la mía, debido a una ruptura total, tanto geográfica como social, me parece todavía más irreal. Ya nada me vincula a ella: ni la religión, que abandoné, ni la lengua, pues hoy en día pienso y escribo en francés; ni mi nacionalidad, que ha cambiado, ni los millones perdidos, ni nada, ni nadie. Mi pasado se me representa como una vida anterior. No viví "bajo pórticos vastos"*, sino en lugares que me parecen irreales, como un sueño surgido de no se sabe qué cuento.
*Referencia al primer verso del poema "La vida anterior", el XII de Las flores del mal de Baudelaire.
De "Los días del Cáucaso"
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