"Es necesario envejecer. No llores, no juntes las manos suplicando ni tampoco te indignes: es necesario envejecer. Repite estas palabras, no como un grito de desesperación, sino como un amado refrán que tú te cantas a ti misma como recuerdo de un necesario partir... Mírate, mira tus párpados, tus labios, aparta de tu sien los rizos de tu cabello: ya comienzas a alejarte de tu juventud; te alejarás de tu vida, no lo olvides, es necesario envejecer!
Lentamente, aléjate, lentamente, sin lágrimas; no olvides nada! Llévate contigo tu salud, tu alegría, tu coquetería, la poca bondad y la poca justicia que hizo la vida menos amarga; no lo olvides! Ve engalanada, ve tranquila y no te detengas a lo largo de la irresistible ruta, sería en vano, porque hay que envejecer! Sigue el camino y acuéstate sólo para morir. Si no has ido perdiendo poco a poco tus rizos, tus dientes, ni tus extremidades baqueteadas; si, antes de la última hora, el polvo eterno no ha cerrado tus ojos a la maravillosa luz -si, hasta el final, no has soltado la mano amiga que te guía-, cuando te tumbes en medio del vertiginoso camino sinuoso, acuéstate sonriente, duerme feliz, duerme sintiéndote privilegiada".
De "Fantasía de Año Nuevo"
En "Regalos de invierno"
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