En la tienda, la caja ronronea,
libera el cuerpo aquello que le falta:
feromonas y rosa adrenalina,
sonrisas de sustancias incoloras.
Es el nuevo color en los cabellos,
obligados al rizo, sometidos al rayo,
lejos del lacio oscuro que señala
el emblema más pobre. La industriosa
bondad de lo exitoso, ese blanco
compacto en las mejillas, sobre aquellas
facciones de vencidos ahora alegres,
maquillado su miedo y su fracaso,
cuya imagen por fin ya palidece,
del espejo del mundo eliminada.
En "Sombra roja. Diecisiete poetas mexicanas (1964-1985)"
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