El vellocino de oro, ese!
exclamó él
Y para poseerlo
sacrificó ejércitos de esclavos
sin altura ni nombre
(comparados con el dragón mayor
que protegía la caverna
de los misterios)
Eran esclavos-soldados
casi niños, muchos,
y las madres dentro del mito
nada dijeron,
porque nada pudieron decir
Y el vellocino finalmente conquistado
era del color de la sangre
y del sacrificio,
y la sangre era tan espesa,
hizo un río tan largo, y tan brutal,
que corrió durante siglos
Y el vellocino se hizo vela,
territorio, nación,
y otro en su sueño (o pesadilla)
repitió: Ese!
Gritando, lo reclamó
Y la masacre se elevó
y se cumplió,
y protegido por el dócil vello, él sonrió,
mientras tantos morían,
dócilmente-
De "Ágora"
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