20.10.23

Ana Luísa Amaral. El vellocino de oro (de la otra historia)

El vellocino de oro, ese!
exclamó él 

Y para poseerlo 
sacrificó ejércitos de esclavos
sin altura ni nombre
(comparados con el dragón mayor
que protegía la caverna
de los misterios)
   
Eran esclavos-soldados
casi niños, muchos,
y las madres dentro del mito
nada dijeron,
porque nada pudieron decir
   
Y el vellocino finalmente conquistado
era del color de la sangre
y del sacrificio,
y la sangre era tan espesa,
hizo un río tan largo, y tan brutal,
que corrió durante siglos
   
Y el vellocino se hizo vela,
territorio, nación, 
y otro en su sueño (o pesadilla)
repitió: Ese!
   
Gritando, lo reclamó 
   
Y la masacre se elevó 
y se cumplió, 
y protegido por el dócil vello, él sonrió, 
mientras tantos morían, 
   
dócilmente-


De "Ágora"
    

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