En lontananza se perfila una mujer en la oscuridad. En realidad, la vemos tan de lejos que ni siquiera sabemos que es una mujer. Sobre el fondo de una escombrera, una diminuta figura blanca, apenas un punto en la oscura inmensidad, se abre camino a paso lento y constante entre la escoria acumulada, entre los inmensos montículos de roca deshechada de las excavaciones, las depresiones pedregosas, las rodadas en el barro a punto de ser arrasadas nuevamente por los camiones. Seguimos a esa etérea miniatura en un plano general mientras avanza con tenacidad por un horizonte cegado. A veces el polvo absorbe y disuelve esa sombra que se obstina en caminar, que resplandece un instante para acto seguido no ser más que una mancha borrosa, prácticamente indistinguible, transparente como un agujero luminoso en la imagen, un punto ciego en aquel asolado paisaje. Sí, es una mujer.
De "Vida de Barbara Loden"
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