El que en la tiniebla obscura
de alguna noche camina,
adora por peregrina
del lucero la luz pura;
sólo en su lumbre asegura
de su guía la esperanza,
y aunque ya del sol le alcanza
el rayo, está agradecido
al lucero, porque ha sido
de su tormenta bonanza.
Tú, en el obscuro contraste
de la noche de tu amor,
el lucero de Leonor,
norte a tus penas, miraste;
guióte, mas olvidaste,
como ingrato, la centella
de su lumbre clara y bella
antes de amar mi arrebol.
Ves cómo sin ver el sol
aborreciste a la estrella?
En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVII"
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