Cuando llegaste, eras como vino tinto y miel,
y el sabor a ti quemaba en la boca con su dulzura.
Ahora eres el pan de cada mañana,
suave y placentero.
Ya apenas saboreo el regusto pues te conozco,
pero no necesito más alimento.
En "Antología de las poetas estadounidenses"
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