15.1.24

Céline Curiol. Las leyes de la ascensión

VERANO

Orna

Es el letrero, cada vez que pasa, cada vez que capta su mirada, lo que resucita la misma impresión. Orna podría estar en cualquier otra parte y nada sería distinto. Sería otra ciudad. Circularía a bordo de un taxi, como ahora; discurriría por una vía similar a la circunvalación, acunada por el ronroneo de un motor en la estela de una flota de faros rojos remontando una columna de faros blancos. La sucesión de edificios rectangulares, la alternancia de las ventanas de los apartamentos agazapados en la sombra, de las oficinas tan llenas de luz y tan vacías de personas, ofrecen a la vista muy pocas señas diferenciadoras para romper la ilusión. El letrero suele jugarle esa mala pasada cuando la noche difumina aquello que la obligaría a saber dónde se encuentra.


Principio de "Las leyes de la ascensión"
    

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