11.2.24

Elizabeth Bishop. Zarapito

El bramido a su lado lo da por supuesto
y también que el mundo está obligado a menudo a estremecerse.
Corre, corre hacia el sur, quisquilloso, torpe,
en un estado de pánico controlado, un estudioso de Blake.
   
La playa borbotea como mantequilla. A su izquierda, una lámina
de agua interrumpida va y viene,
esmaltando sus oscuros y frágiles pies.
Corre, corre directo, mirándose los dedos.
   
-Mirando, más bien, los espacios de arena entre ellos,
donde (no hay detalle sin importancia) el Atlántico se escurre
con rapidez hacia atrás y hacia abajo. Mientras corre,
contempla atento los granos que arrastra la corriente.
   
El mundo es una niebla. Y después el mundo
es ínfimo y vasto y claro. La marea
está alta o está baja. Él no sabría decir la diferencia.
Su pico está concentrado; está absorto
   
buscando, algo, algo, algo.
Pobre pájaro, es un obseso!
Los miles de granos son negros, blancos, bronceados y grises
mezclados con granos de cuarzo, rosa y amatista.


En "Antología de las poetas estadounidenses"

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