Lo que estaba tratando de decir es que Dios habría sido monótono si hubiera querido crear un mundo en el que sólo hubiera franceses. Y Dios no es monotonía, Dios es diversidad. Creó a las criaturas humanas en esa diversidad para que vivieran juntas, no separadas unas de otras. Para que aprendieran a conocerse. Lo que es distinto de mí me hace aprender. Lo que es distinto de mí me enseña y me completa. Confrontar mi punto de vista con el del otro me reafirma en el mío o lo cambia. En ambos casos, aprendo. -Hace una pausa al final de cada frase y gesticula con la mano para enfatizar sus palabras-. Cualquier diferencia supone una riqueza -insiste-. De modo que relegar a algunos a la insignificancia no es justo. Negar la inteligencia del otro hasta el punto de degradarlo al rango de insignificante es escandaloso. Eso desemboca en el extremismo, como en el caso de la segregación racial en Estados Unidos, el apartheid en Sudáfrica o Hitler en Europa. El Planeta Tierra nos pertenece a todos, por tanto, debemos vivir en armonía. Es imposible compartir los mismos gustos, pero el otro también tiene derecho a existir. Nadie puede vivir aislado. Y la pandemia se ha encargado de recordárnoslo...
De "Los rehenes"
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