En vez de peces, Señor,
danos la paz,
un mar que sea de olas inocentes
y, llegados a la arena,
gente que vea con corazón de ver,
voces que nos acepten
Es tan duro el viaje
y hasta la espuma hiere y hierve,
y, de tan alta, ciega
durante la travesía
Haz, Señor, que no haya
muertos esta vez,
que las rocas estén lejos,
que el viento se aquiete
y que tu paz por fin
se multiplique
Pero después de la balsa,
de la guerra, del cansancio,
después de los brazos abiertos y sonoros,
que sepa bien, Señor,
un pan tierno,
y un pez, a poder ser,
de este mar
que también es nuestro
De "Ágora"
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