2.8.24

Josefina Romo Arregui. Elegía del poeta de esta hora

Poetas de esta hora, pájaros momentáneos,
canto de ruiseñor único,
porque la voz disuelta en los espacios
no ha de saber de eternidad,
de la gloriosa eternidad de aquellos que se fueron
dejando sus acentos moldeados en barro
-suspiro cuneiforme de milenios-.
No brillarán vuestras palabras en los muros
-encendida actividad de los símbolos-
flor profunda de jeroglíficos sutiles.
Ni el esmalte deslumbrador
cantará en sus colores vuestro paso,
ni la serena, equilibrada piedra
clamará vuestros nombres incisos.
Sois los poetas del seguro silencio,
los poetas de inevitable olvido.
Cantad, cantad indiferentes 
los únicos, los geniales, los sinceros.
Sabemos sin orilla nuestro río,
y nuestra voz la despedida postrera,
que ya no habrá arrollado papiro que encontrar 
ni códice miniado para saber de trovas. 
Oh infinito destino del átomo, 
mi canto y las palabras de mi canto
nunca han de ser letras, palabras, ni canciones,
nunca llegarán a unos ojos
ni vivirán en futuras voces...
Gritemos nuestro adiós alegre y descuidado
por los perdidos sueños de eternidad humana,
que nuestros átomos saltarán de una estrella
a la escama de un pez desconocido.
Y así será en la Tierra,
así será en nuestra pequeña podrida manzana.
Cantad, cantad poetas nuestro olvido
nuestro descanso eterno, nuestro destino tácito. 
Cantad poetas porque hay algo seguro,
algo desconocido que el átomo conoce.


De "Isla sin tierra"
En "Las Sinsombrero y un nuevo 27"
    

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