12:35. Suena el teléfono. No tiene gracia. Esta no es mi manera preferida de despertarme. Mi manera preferida de despertarme es que cierta estrella de cine francesa me susurre suavemente al oído a las dos y media de la tarde que, si quiero llegar a Suecia a tiempo para recoger mi Premio Nobel de Literatura, tengo que pedir ya el desayuno. Cosa que ocurre con bastante menos frecuencia de lo que una querría.
Principio de "Un día cualquiera en Nueva York"
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