Iré más allá:
más allá de América
y más allá de la acera de enfrente.
Más allá del mar
y más allá de los libros.
Más allá de mi propio corazón
y más allá de las lágrimas.
Más allá de la sabiduría
y más allá de la fe
y más allá del amor.
Y cuando el más allá se convierta en el acá cercano,
regresaré,
y como en los buenos tiempos
haré la peligrosa travesía
de tomar una taza de café.
En "Prenda de abrigo"
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