no cantes para mí canciones tristes,
no plantes rosas frente a mi lápida,
ni cipreses sombríos.
Prefiero que seas la hierba extendida
sobre mí, húmeda de rocío, mojándome.
Y si te marchitas, recuerda,
y si te marchitas, olvida.
No volveré a ver sombras,
no volveré a sentir la lluvia,
no volveré a escuchar el ruiseñor
cantado su dolor.
Soñaré a través de este crepúsculo
que ni se pone ni decrece,
quizás sea feliz al recordarte,
quizás sea feliz al olvidarte.
En la antología "Amores eternos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario