24.8.25

Cristina de Arteaga. Otoñal

Hoy tengo el alma dolorida y sola...
Siento el otoño que hasta a mí se acerca,
con el ensueño de sus horas grises,
con la nostalgia de sus tardes muertas,
de aquellas tardes que agonizan, cortas,
entre el quejido de las hojas secas.
Llega el otoño y el otoño es triste
porque el verano morirá en sus nieblas
como un reflejo de la vida humana
la vida propia!... que fugaz se aleja
con el recuerdo de una luz de estío
y un sol de primavera.
Llega el otoño, volarán sus días
forjados por las horas soñolientas 
con el despojo de las verdes ramas,
de esas ramas que pronto amarillean,
y cubrirán el suelo con su alfombra
que cual sudario envolverá la tierra.
Y bajo un cielo sin color ni luces,
caerá la lluvia silenciosa y lenta,
la lluvia triste que la luz no anima,
que el piso encharca y que las almas hiela.
Grave estación! Que a meditar convidas,
próximo otoño que mi musa acecha;
si fuese solo tu callado llanto
el que avivase en mi sentir la pena,
tal vez amara tu quietud doliente,
tal vez cantara tu hermosura seria 
y el ritmo de tus días 
dormidos en la paz de la tristeza.
Mas ay!, que en pos de ti vendrá el invierno,
tu mano helada le abrirá la puerta;
no me importa el pasado que tú lloras,
me espanta el provenir que se te acerca...
Es el invierno!, que silente avanza,
que sin cesar acorta su carrera.
Tengo miedo!... no sé... pero en su seno
hay lejanos rumores de tormenta.


En "Mujeres del 27. Antología poética"
    

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