Qué cincuenta sangrantes melodías!
Cómo pudo la alberca de sangre hacerse estrellas y árboles?
[...]
Ay, espiga en el pecho de los campos!
Tu canto dice aún:
Si supiera el secreto del árbol!
Si enterrara todas las palabras ya muertas!
Si tuviera la fuerza de la tumba silente!
-oh mano avergonzada que pulsa esas cincuenta cuerdas!-
Si escribiera mi historia
con la hoz,
y mi vida con el hacha...
En "La voz de las mujeres acalladas"
de Clara Janés
No hay comentarios:
Publicar un comentario