30.7.18

Emily Brontë. Esperanza

La Esperanza solo fue una amiga asustadiza;
se sentaba al otro lado de la reja de mi celda
a observar cómo se iba cumpliendo mi destino,
igual que hacían los hombres de corazón egoísta.

En su miedo, podía llegar a ser cruel:
a través de los barrotes, un lúgubre día,
miré hacia fuera para verla allí,
y ella apartó su rostro!

Como un falso guardián haciendo una guardia falsa,
aun cuando había lucha, ella susurraba paz;
cantaba mientras yo lloraba,
pero, si yo escuchaba, se callaba.

Era falsa e implacable:
cuando mis últimas alegrías cubrían el suelo
y hasta la Pena miraba con remordimientos
aquellas tristes reliquias desperdigadas,

la Esperanza, en cambio, cuyo susurro habría sido
un bálsamo para mi convulso dolor,
abrió sus alas y se remontó a los cielos,
se marchó, y ya jamás volvió!


En "Poesía completa"
      

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