La verdad goza de un gran prestigio, es enormemente valorada entre nosotros, parece justificarlo todo. «La verdad ni hiere ni ofende», reza un dicho castellano. Qué disparate! Todos sabemos que nada hiere ni ofende tanto como la verdad. La verdad tiene un enorme poder de fascinación, pero es, al mismo tiempo, enormemente peligrosa. Hay que dosificarla, hay que administrarla con pinzas o con cuentagotas, y es aconsejable tener a mano un buen antídoto por si se produce una emergencia.
De "Pequeños delitos abominables"
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