Ruth Whiting se apeó del tren en cuento este se detuvo. Había recogido todos sus paquetes, las bolsas ornamentadas y los discretos embalajes de Knightsbridge cuando el tren pasaba por delante del cementerio. Se había apostado junto a la puerta, el billete remetido en el guante, los paquetes dispuestos sobre el asiento, con los lazos y las asas bien derechos para no perder ni un instante. Ramsbridge era la última estación. Aun si se hubiese quedado encerrada en el compartimento, no habría corrido peligro. De haber tenido prisa, quizá su aspecto habría delatado cierta ansiedad, una figura cargada con una montaña de bultos, preparándose para saltar al andén con torpeza. No tenía prisa. Sencillamente se encontraba allí, en el polvoriento y solitario compartimento, escenario fugaz de escoriales, ladrillos negros, anuncios de Té Mazawattee y de Virol, tratando de poner las cosas en orden.
Principio de "Papá se ha ido de caza"
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