Precisamente en la literatura escrita por mujeres se encuentran a veces protestas más o menos veladas contra las dificultades que los hombres ponían a su instrucción. En el siglo XVII, María de Zayas y Sotomayor dejó escrito:
Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de honra y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas y por libros almohadillas.
Y en otro lugar de sus Novelas amorosas y ejemplares, se quejaba en los siguiente términos:
La verdadera causa de no ser las mujeres doctas no es defecto de caudal sino falta de aplicación, porque si en nuestra crianza, como nos ponen el cambray en las almohadillas y los dibujos en el bastidor, nos dieran libros y preceptores, fuéramos tan aptas para los puestos como los hombres.
De "Desde la ventana"
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