divertir mi sentimiento
con penas que siempre son
y no con gustos que fueron.
Representadme pesares,
dejad pasados contentos,
que son figuras de humo
en el teatro del viento.
Muy bien entiendo las voces
de vuestro mudo silencio,
qué mal concertadas suenan,
qué acordes fueron un tiempo.
De mis muertas esperanzas
clamor parecen sus ecos
o que se cantan endechas
a mi perdido sosiego.
Si con inciertos favores
olvidáis agravios ciertos,
guerra armáis al corazón
no menos que a sangre y fuego.
No me deis en vaso de oro,
disimulado veneno,
creyendo así lo que dice
quien no cree lo que siento.
Memorias, dejadme ya
o acabad mi vida luego,
que no hay fuerzas en el alma
para tan crueles tormentos.
En la "Antología de poetas españolas.
De la generación del 27 al siglo XV"
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