Llegado al séptimo círculo del Infierno, encuéntrase Dante en su camino con un tropel de almas -d'anime una schiera-, y una de ellas, al pasar, le ase de un cabo de la túnica. El poeta la mira y reconoce, a pesar del estrago de las llamas, a su maestro micer Brunnetto Latini. El recuerdo de las altas enseñanzas que le debe despierta entonces en el fondo de su corazón, y quisiera que su agradecida ternura rebosase en cada una de sus palabras.
Así, en tanto que el mundo entero se dispone a celebrar el centenario del 14 de septiembre, parece como si nosotros, todos los que desde hace largos años rendimos el homenaje de nuestro amor al gran padre Aligher, nos sintiéramos retenidos a él por un cabo de nuestra alma, y como si a todos, humildes y poderosos de la tierra, nos asaltase la necesidad de repetir su nombre con gratitud.
Principio del ensayo "De Francesca a Beatrice"
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