Siento admiración por vosotros,
que trasmitís velocidad,
que voláis cual telegrama
por la vía de sentido único de la historia.
Se sonroja vuestro
descapotable mayor de edad.
Roja bala del destino.
Yo, en cambio,
remolcada por un camión que resuella,
os hago señas agitando el testamento
por el que os lego
una realidad de recambio.
Mas vosotros,
llenos hasta los topes de juventud,
me dejáis atrás a todo volumen,
ahogando la arritmia del motor
y el fatigado pulso de los neumáticos.
De "La astilla"
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