Había acompañado a mi madre al médico; volvíamos a casa por el camino que bordea el bosque del general Sartorio y sigue por el alto y musgoso muro de Villa Bottiglia.
Era octubre, comenzaba a hacer frío; en el pueblo, detrás de nosotras, habían encendido los primeros faroles y el globo azul del Hotel Concordia iluminaba la plaza desierta con una luz irreal.
Principio de "Las palabras de la noche"
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