La primavera. En el jardín brotaban las zarzamoras, las prímulas y los lirios, y los arbustos de grosellas se cubrían de florecitas blancas. Y yo, una mañana, al levantar la cabeza de la almohada, vi una mancha de sangre en la cama.
-Mamá! Voy a morir!
Mi madre vino corriendo y cuando vio la sangre sonrió, como aquel día que había llamado al Dr. Schönberg para que me examinase.
-Ahora eres una verdadera mujer, dijo, y trató de cambiarme la ropa.
Me sentía morir y ella me cambiaba la ropa, tranquilamente.
Creyeron que debía quedarme un día en la cama. Por ser la primera vez. Por la tarde apareció la madre de Raquel. La oí hablar con mi madre y soltar una carcajada. Enseguida abrió la puerta de mi habitación.
-Felicidades, Rose, felicidades!
Cómo odiaba a todos!
De "El mundo en que viví"
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