Había, una vez, una mujer
como la primavera,
que plantó sus manos en un jardín.*
Y había otra mujer,
que tomaba la luz
y en un rincón robaba,
de su celda pequeña y remota,
un rojo corazón.
Ahora,
aquí estoy yo en el jardín de mi celda
plantándome mi propio corazón,
del que brotan amapolas de ternura.
Tras cada ventana
solamente hace falta una amapola,
hay que abrir las ventanas con amor.
Voy a atar mis maletas a los pies de la brisa,
a elevarme al jardín imaginario
y contigo llegar al halo de la luna.
Hay que abrir la ventanas con amor
y hay que abrir los ojos con un verso de luz.
* En alusión a un poema de la poeta iraní Furug** que dice: "yo planto mis manos en un jardín". (N.d.T.)
** Furug, que estoy casi segura de que es Forugh Farrojzad, y que el verso es de su poema "Nuevo nacimiento" (esta nota es mía...)
De "Poemas enjaulados"
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