Prefiero una casa en la que por todos lados
palpite la vida que un palacio encumbrado.
Prefiero un manto basto y sencillo de tela
que mi vista alegre que uno de lino o de seda.
Prefiero mascar un triste mendrugo en un recodo
de mi casa que comer un blanco pan redondo.
Prefiero en casa congosto el silbido del viento
que el eco del picar y repicar de adufes festeros.
Prefiero un perro ladrando a cualquier forastero
que me ronde que un gato sumiso y hogareño.
Prefiero el titubeo de un pequeño camello siguiendo
los palanquines que un mulo diligente y resuelto.
Prefiero un primo paterno enjuto y derrochador
que un presuntuoso extranjero gordinflón.
En "Gacelas de arena. Poesías árabes de la Edad de Oro"
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