24.2.22

Ana Luísa Amaral. Lugares comunes

Entré en Londres
en un café cutre (no sólo entre nosotros
hay cafés cutres, entre los ingleses también
e incluso tuvieron más cosas, ahora
sólo Escocia y un poco de Irlanda y aquellas
islitas, más adelante)
   
Entré en Londres
en un café cutre, peor aún que un bar nuestro
de playa (esto es sólo para quien no sepa
hacerse una pequeña idea de lo que tienen por allá), era
incluso muy cutre,
no es que lo fuese a propósito, era cutre
en nuestro argot, muy lleno de tabiques y de cocina
sucia. Muy vulgar.
   
Claro que mis prejuicios todos
de mujer se me vinieron encima, porque el café
sólo tenía hombres comiendo beicon y huevos y tomate
(si fuese Portugal serían sándwiches de queso),
mas pensé: Estoy en Londres, estoy
sola, quiero saber de sus hombres, los ingleses
ni siquiera se insinúan como los nuestros,
y por ahi seguido...
   
Y allá que entré en el café cutre, de árbol
de plástico en el ángulo.
Sólo después de entrar es cuando vi una mujer
sentada leyendo cualquier cosa. Y me sentí 
más fuerte, no se por qué pero me sentí más fuerte.
Era una tribu de veintitrés hombres y ella sola y
después yo
   
Así que pedí el café, que no era nada malo
para un café cutre como aquél y el hombre
que me atendió dijo: There you are, love.
me dieron ganas de responder: I'm not your bloody love o
Got to hell o cualquier cosa así, pero después
pensé: la cosa es que lo tienen tan entrañado
en su cultura y la intención no era mala y también
marcho con la misma de aquí, tengo un vuelo
y a mí qué más me da?
   
Y pagué el café que no era nada malo,
y estuve un ratito echando un vistazo en torno
viendo a la tribu toda comiendo huevos con jamón
y después miré la hora y pensé que el taxi
estaba a punto de llegar y yo debía marchar
y cuando me iba a levantar, la mujer sonrió 
como diciendo: That's it
   
Y miró a su vez en derredor para el jamón 
y los huevos y los hombres todos comiendo
y me sentí más fuerte, no sé por qué, 
pero me sentí más fuerte
y pensé que en conclusión no interesa Londres o nosotros,
que en todos los sitios
son las mismas cosas


En "Sombras de porcelana brava.
Diecisiete poetas portuguesas"
    

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