Se fue mi sol, y vino la tormenta
(que yo no espero de su ausencia menos),
y el cielo turquesado sus serenos
ojos cubrió, obligado de la afrenta.
Un acento tristísimo revienta
entre los vientos, de tinieblas llenos;
tiemblan las nubes con los roncos truenos,
arden los campos, el temor se aumenta.
Salió mi Sol y de dorados jaspes
vistió su oriente, y de esmeraldas finas
los altos montes y las llanas tierras;
bordó las vagas nubes de giraspes,
sudaron rubias mieles las encinas
y blanca leche las azules sierras.
En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVI"
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