Nunca me han gustado los eufemismos para referirse a la muerte. "Pasó a mejor vida", "voló al cielo", "nos dejó", "le llegó la hora: este lenguaje, por muy bien intencionado que sea, nunca me ha brindado consuelo. En aras de la delicadeza, se intenta suavizar el impacto y la brusquedad de la muerte; en aras de la comodidad, se elige lo seguro y familiar en lugar de lo bello y evocador. A mí me parece una manera de rehuir el tema, como mirar verbalmente a otro lado. Pero la muerte es tan imposible de evitar -esta es la verdad desnuda y fundamental- que cualquier intento de ocultarla parece fuera de lugar. Como escribió el poeta Robert Lowell: "Por qué no decir lo que pasó?".
Principio de "Una estela salvaje"
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