28.2.24

Elizabeth Hardwick. Seducción y traición

La seducción puede ser funesta, incluso trágica, pero el seductor en acción es en esencia cómico. Está la duda de si se puede hablar de seducción cuando los afectos desempañan un papel; y sin embargo este es un asunto turbio debido a cómo los afectos, incluso los de ternura e interés, tienen tendencia a disminuir y a aumentar, a transformarse, influidos por esta experiencia, por la satisfacción o la decepción. El seductor como tipo, o como arquetipo, apenas llegar a rozar alguno de nuestros sentimientos más profundos a menos que haya cierta exageración en él, algo complicado y enmarañado y misteriosamente cautivador en un carácter que ha llegado a definirse mediante el mero hecho del sexo. Por lo general, la palabra "seducción" indica un tipo de esfuerzo perseverante y meditado. Cuando tiene éxito, por supuesto, buscamos por todas partes una falta de resolución y resistencia en el objeto; la astucia y la insistencia son hábiles a la hora de descubrir focos de complicidad. La seducción es justo lo contrario de lo brusco, que es, por supuesto, la violación.
Los seductores más interesantes son en realidad violadores: por ejemplo, don Juan y Lovelace. Todo su carácter está atrapado en el pesado trabajo de la dominación, y trabajan como burros, nunca satisfechos, sin descanso, hambrientos, de un modo mítico.


De "Seducción y traición"
    

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