Cerca de la ventana, charlan de dos en dos las golondrinas.
Más allá, se mece un sauce elástico de ramas verdes.
Paso sentada todo el día, ociosa, con las tijeras en la mano
y aunque me he hecho vestido probármelos me da pereza.
Veo que por fin los días se alargan y se acortan las noches;
dentro del braserillo con forma de pato, se ha apagado el incienso y se enfría la ceniza.
Tan solo espero que esta luz de primavera tarde en desfallecer.
Tras los visillos, miro el revoloteo de las flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario